Me han dicho que para vender es necesario contar una historia y para vender café debemos de contar cómo nuestra vida ha estado influenciada por el café. Junto a Nicté, mi esposa, empezamos a ver cómo relacionar la producción del café con nuestra vida personal. Ella recuerda que su papá tenía unas plantaciones de café en parcelas dispersas en la cabecera departamental de Chimaltenango, a las que él cuida con esmero y dedicación. Yo, en lo personal, recuerdo que mi abuelo y 2 de mis tíos siempre se dedicaron al café, durante mi niñez solíamos ir a las cercanías de Colomba Costa Cuca a visitarlos y era común ver cafetales, patios de secado de café -a veces veía café secándose, a veces no- y un beneficio que casualmente tenía mucho movimiento justamente cuando había muchas personas cortando café.

De esos recuerdos a realmente tratar de armar una historia sobre nuestra pasión por el café no es posible, no son más que recuerdos de niñez que se activan cuando siento el olor a tierra mojada o a pulpa de café -ahora sé cómo huele la pulpa-. De esos tiempos sería más fácil contar una historia sobre jugar fútbol, y en estos tiempos de noviembre, sobre jugar béisbol con guantes hechos con mitades de pelotas de plástico y pelotas hechas con una piedra, cualquier hilo que encontráramos y forradas con cinta de ahilar -sí, ahilar, así oíamos nosotros y así le decíamos a la cinta de aislar-, volar barrilete -a veces también era necesario correrlo- o juntar basura para la Quema del Diablo -algo que ahora veo totalmente irresponsable con el medio ambiente-.

Al final de cuentas y recordando los principios de la pandemia, empezamos a buscar qué hacer, ya que nos habíamos quedado sin fuentes de ingreso. Una madrugada encontré que una persona vendía una tostaduría, no contábamos con dinero suficiente para hacer la inversión, pero cómo lo importante no es qué hay, sino encontrar la forma para solucionar los problemas, pensé, vamos a escribir y a ver qué pasa. Mi idea era ofrecer un negocio en el que nosotros absorbíamos la tostaduría y a cambio pagaríamos una renta mensual con opción a compra al final del periodo.

Acordamos una reunión con el dueño de la tostaduría, don Carlos, para unos días después. Ambos llegamos a la hora acordada, creo que eso nos ganó la confianza uno del otro, dimos un recorrido por las instalaciones, que por las restricciones estaba prácticamente sin operar. Al finalizar el recorrido nos sentamos a “negociar”. Recuerdo ese primer dialogo muy claramente:

  • Don Carlos: ¿Ustedes qué conocimientos tienen sobre el café?
  • Guillermo: Pues que me gusta y que si lo tomo después de las 3 de la tarde ya no puedo dormir.

-Los 4 que estábamos presentes nos echamos a reír -Nicté, el intermediario, don Carlos y yo-.

Don Carlos fue muy honesto y claro con nosotros, nos aconsejó no meternos a algo de lo que no sabíamos y nos recomendó primero “mojarnos los pies” antes de “nadar” y así ver si era algo a lo que realmente nos queríamos y podíamos dedicar. Nos mandó a las cercanías del Mercado La Presidenta, nos contó que por allí hay almacenes en los que venden café oro y pergamino. La honestidad es algo muy importante y no tenemos la menor duda de que tomamos una buena decisión al haber elegido a don Carlos, más que como proveedor, como nuestro mentor.

Como no somos de dejar las cosas a medias, luego de investigar algo sobre el ciclo del comercio del café, fuimos a buscar el lugar en donde venden café cerca de ese mercado, nos dieron algunas muestras de lo que tenían y precios. Investigando un poco más vimos que teníamos más preguntas que hacer y unos días después volvimos a ir buscar café a dicho mercado. Encontramos otro lugar en el que comercializan café, nos dieron otras muestras y otros precios que estaban un poco más altos. Nos dijeron que el precio del café estaba subiendo y que era mejor comprar ya, en ese momento, o que “a saber” ni a qué precio íbamos a conseguir más adelante. Hemos aprendido que los comerciantes de todo nivel siempre dicen que hay una urgencia para comprar ya, pero ya, todo por lo que uno muestra interés, así que no compramos nada.

El lunes de la semana siguiente volvimos a visitar a don Carlos, le enseñamos las muestras de café y nos dijo “les quieren vender basura, mejor yo les voy a vender café, a enseñarles a tostar y después hablamos de negocios”. Así fue como nos decidimos empezar con el negocio del café, realizamos los trámites necesarios ante la SAT y ante el MSPAS para poder facturar y contar con el registro sanitario de nuestro café. Encontramos proveedores de empaques, diseño gráfico, etiquetas, selladoras, balanzas, cajas plásticas, cajas de cartón y cualquier otro artículo que hemos ido necesitando en este camino.

Ante nuestra inagotable necesidad de aprender cosas nuevas y buscar nuevos retos, a principios de año procesamos un lote del café cosechado por don Genaro -mi suegro-, lo que nos permitió a partir de ese momento proveer un café procesado completamente por nuestra familia Brincker Xoyón, lo que me lleva a contar sobre el significado de nuestro logo: El toro significa determinación, fuerza y nobleza, el puente de ladrillos significa unidad y el agua significa libertad.

De agosto de 2020, que iniciamos a construir nuestra historia a este punto, hemos aprendido mucho, ahora sabemos que existen 3 formas para el proceso postcosecha del café; que las cualidades de cada café están determinadas por la altitud, el clima y el suelo en el que está la plantación; que las plantaciones se pueden ver afectadas por un gran cantidad de hongos, insectos y también precipitaciones pluviales, fertilización y otras tareas agrícolas; que hay 2 especies de café y una infinidad de variedades; que con el tipo de tueste se le puede remarcar algunos sabores y balancear la acidez si el café es tiene acidez balanceada; que la fragancia del café es algo que se puede apreciar solo por un momento después de haber molido el café tostado; cuando empieza y termina la temporada de tapisca dependiendo de la altitud y qué pasa adentro de los beneficios.

El aprendizaje ha sido inmenso, en el camino que hemos recorrido hemos conocido a muchas personas de las que hemos aprendido mucho, también nos ha permitido compartir conocimientos de nuestras áreas con otras personas, al final de cuentas mi fuerte son las finanzas, la gestión operativa y la aplicación de la tecnología a procesos y el de Nicté es la atención al cliente y la normalización de procesos.

Hoy estamos satisfechos de haber armado nuestro campamento de postcosecha de café en el 2023 y haber procesado café de Chimaltenango nosotros mismos, habiendo cuidado de cade detalle para ofrecer un café de especialidad.

Nuestra historia se sigue escribiendo día a día, nos complace saber que muchas personas han confiado en nosotros y que hemos podido acompañar sus momentos especiales con nuestro café o, en algunos casos, también con chocolate y panela.

Ahora vivimos con la emoción de poder llevar a su taza el mejor café del mundo, el café de Guatemala.

¡En tus momentos especiales!